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domingo, 27 de octubre de 2013


Acerca de la relación calidad/precio de los productos fotográficos


Antes de comentar sobre este tema debo decir que cuando escribo una entrada en este blog, me suelo preocupar de la presentación del mismo, concretamente del aspecto multimedia que comporte. Tratándose de un blog de fotografía, las entradas son más atractivas cuando incluyen vídeos, fotografías u otro elemento audiovisual. Pero resulta que algunas veces, como es el caso que quiero comentar aquí, el mensaje es muy directo y no requiere de ningún tipo de ayudas audiovisuales para entenderlo, simplemente dedicar un par de minutos a leer estas reflexiones que seguramente serán útiles a más de uno.

Lo que quiero comentar aquí se aplica a cualquier producto fotográfico: cuerpos de cámaras, objetivos, etc. Pero voy a tomar como ejemplo uno específico, que suele ser motivo de muchas discusiones en los foros de fotografía: los flashes de zapata. Como todos sabemos, los flashes de zapata de los fabricantes más conocidos de fotografía (Canon, Nikon, Pentax, etc.) son unidades que suelen tener un precio elevado. Pongamos por ejemplo el famoso Canon Speedlite 580 EX II. Es una unidad de flash profesional con un número guía 58. Es decir, con una potencia suficiente para utilizarlo tanto en exteriores como en estudio –dotado, en este último caso de algún tipo de difusor como softbox o paraguas. Hoy en día –octubre de 2013- estas unidades se encuentran a precios entre los 400 y 500 Euros en el mercado europeo. A priori es un precio elevado para un flash, aunque en este caso ofrece unas prestaciones profesionales. Pero es que resulta que podemos encontrar en el mercado de productos chinos unidades de flash con prestaciones muy similares –incluso con la opción de alta velocidad de sincronización- a precios mucho más bajos, entre 150 y 200 Euros. Esto hace que muchos fotógrafos, después de analizar muchas comparativas, análisis y hacer muchas consultas en los foros especializados de fotografía, se decanten por alguna de estas opciones económicas. ¡Hablamos de niveles de ahorro de más del 50%! O dicho en otras palabras, por el precio de una unidad de flash de la marca japonesa, puedo comprar 2 de la marca china y encima ahorrarme dinero. Bien, suena muy atractivo considerando que las prestaciones son muy similares. ¿Cómo se explica pues esa diferencia tan abismal? ¿Estamos “pagando la marca” como se suele decir? O… ¿hay alguna otra diferencia que no suele aparecer reflejada en las comparativas y análisis?

Es verdad que una parte de la diferencia de precios va en la marca del producto y lo que ello comporta en cuanto a garantía y servicio post-venta, pero esto no debería ser, en el peor de los casos más de un 15% de diferencia. Para llegar a comprender dónde está realmente la diferencia entre ambos productos hay que haber pasado por la experiencia de adquirir y utilizar uno y otro. Esto es lo que he hecho con diversos productos fotográficos y, concretamente con los flashes de zapata. Y creo que está aquí la clave del asunto. En principio, cuando uno adquiere un producto chino de estos baratos que todos hemos comprado alguna vez por Internet y lo recibimos en casa, la primera impresión es que se trata de un producto “plasticoso” (término gramaticalmente incorrecto pero que todo el mundo entiende). El acabado no es el mismo que el producto original de la marca. Si lo sujetamos fuertemente con ambas manos y hacemos la prueba de intentar retorcerlo ligeramente oiremos los chasquidos típicos asociados a una construcción realizada con materiales de bajo coste. Pero volveré a este punto más adelante. Otra cosa obvia es la impresión de los rótulos de los distintos botones y LED indicadores. En algunos casos pueden llegar a desaparecer simplemente pasando la uña por encima con cierta insistencia. Por supuesto que nadie va a dedicarse a hacer esto, pero el tiempo y las rozaduras del uso habitual se encargarán de que estos  rótulos vayan desapareciendo. Al empezar a utilizarlo notaremos también diferencias importantes, por lo general asociadas al uso de las pilas. Tiempos de recarga más largos, consumo mayor de la carga de las pilas debido a la utilización de componentes electrónicos de baja calidad que no optimizan el uso de la carga. Pero, lamentablemente lo peor está por llegar, y es aquí donde vuelvo al punto de la construcción antes comentado: algún mal día cuando estemos haciendo una sesión de fotografías en exterior, caminando con el flash colocado en la zapata de la cámara, éste se desprenderá del cuerpo y caerá al suelo. Es en este momento cuando entenderemos el significado de la frase “lo barato sale caro”, y lo digo por propia experiencia y por comentarios de otros fotógrafos que han sufrido desastres similares. Mientras que nuestro caro Speedlite de Canon sufre pequeños daños en la caída, pero sigue funcionando, su copia china queda parcial o completamente destrozada en la caída, convirtiéndose en un conjunto de piezas rotas de plástico, circuitos electrónicos y botones que recogeremos desperdigados por el suelo mientras recordamos ese dinero que nos ahorramos al comprarlo y que ahora se ha desvanecido.

La clave de la diferencia de precios está en la construcción de la unidad de flash, o si se quiere en la relación calidad/precio. Pero esto no lo descubrimos hasta no llevar la unidad a situaciones extremas. He comentado una de estas situaciones, una mala caída. Pero hay otras: llevarnos el equipo a una zona con temperaturas excesivamente bajas o altas. Más pronto que tarde la unidad “económica” dejará de funcionar o lo hará de forma incorrecta, mientras que el producto de la marca cumplirá las especificaciones indicadas. No olvidemos que si pagamos por una marca seria es porque confiamos en que las especificaciones indicadas se van a cumplir, y si no fuese así estamos en nuestro derecho de reclamar. Pero, ¿reclamaríamos a un fabricante de productos baratos el incumplimiento de las especificaciones indicadas? Muy probablemente no.  Primero porque asumimos que estamos comprando un producto de calidad dudosa y segundo porque lo más probable es que no nos hagan caso.

En fin, con esta pequeña reflexión solo quiero aconsejar a quienes estén a punto de adquirir un producto fotográfico de muy bajo precio que se lo piensen dos y tres veces antes de hacerlo. A veces es mejor esperar un poco más tiempo, ahorrar algo más de dinero y comprar algo que realmente nos evite frustraciones e insatisfacciones en el futuro. Lamentablemente hoy en día recibimos una cantidad excesiva de ofertas de este tipo de productos y vivimos en una cultura que nos conduce a comprar muchas cosas innecesarias y rápidamente. Otras veces se trata de productos o soluciones que sí necesitamos pero la costumbre de dejarnos llevar por el factor precio nos hace olvidar otras cosas. Lo inteligente es pensar en todas las posibles situaciones en que utilizaremos el producto adquirido, siempre y cuando nos convenga que dicho producto sea fiable y duradero.
 
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