Acerca de la relación calidad/precio de los productos
fotográficos
Antes de comentar sobre este tema debo decir que cuando
escribo una entrada en este blog, me suelo preocupar de la presentación del
mismo, concretamente del aspecto multimedia que comporte. Tratándose de un blog
de fotografía, las entradas son más atractivas cuando incluyen vídeos,
fotografías u otro elemento audiovisual. Pero resulta que algunas veces, como
es el caso que quiero comentar aquí, el mensaje es muy directo y no requiere de
ningún tipo de ayudas audiovisuales para entenderlo, simplemente dedicar un par
de minutos a leer estas reflexiones que seguramente serán útiles a más de uno.
Lo que quiero comentar aquí se aplica a cualquier producto
fotográfico: cuerpos de cámaras, objetivos, etc. Pero voy a tomar como ejemplo
uno específico, que suele ser motivo de muchas discusiones en los foros de
fotografía: los flashes de zapata. Como todos sabemos, los flashes de zapata de
los fabricantes más conocidos de fotografía (Canon, Nikon, Pentax, etc.) son
unidades que suelen tener un precio elevado. Pongamos por ejemplo el famoso
Canon Speedlite 580 EX II. Es una unidad de flash profesional con un número
guía 58. Es decir, con una potencia suficiente para utilizarlo tanto en
exteriores como en estudio –dotado, en este último caso de algún tipo de
difusor como softbox o paraguas. Hoy
en día –octubre de 2013- estas unidades se encuentran a precios entre los 400 y
500 Euros en el mercado europeo. A priori es un precio elevado para un flash,
aunque en este caso ofrece unas prestaciones profesionales. Pero es que resulta
que podemos encontrar en el mercado de productos chinos unidades de flash con
prestaciones muy similares –incluso con la opción de alta velocidad de
sincronización- a precios mucho más bajos, entre 150 y 200 Euros. Esto hace que
muchos fotógrafos, después de analizar muchas comparativas, análisis y hacer
muchas consultas en los foros especializados de fotografía, se decanten por
alguna de estas opciones económicas. ¡Hablamos de niveles de ahorro de más del
50%! O dicho en otras palabras, por el precio de una unidad de flash de la
marca japonesa, puedo comprar 2 de la marca china y encima ahorrarme dinero.
Bien, suena muy atractivo considerando que las prestaciones son muy similares.
¿Cómo se explica pues esa diferencia tan abismal? ¿Estamos “pagando la marca”
como se suele decir? O… ¿hay alguna otra diferencia que no suele aparecer
reflejada en las comparativas y análisis?
Es verdad que una parte de la diferencia de precios va en la
marca del producto y lo que ello comporta en cuanto a garantía y servicio post-venta,
pero esto no debería ser, en el peor de los casos más de un 15% de diferencia.
Para llegar a comprender dónde está realmente la diferencia entre ambos
productos hay que haber pasado por la experiencia de adquirir y utilizar uno y
otro. Esto es lo que he hecho con diversos productos fotográficos y,
concretamente con los flashes de zapata. Y creo que está aquí la clave del
asunto. En principio, cuando uno adquiere un producto chino de estos baratos
que todos hemos comprado alguna vez por Internet y lo recibimos en casa, la
primera impresión es que se trata de un producto “plasticoso” (término
gramaticalmente incorrecto pero que todo el mundo entiende). El acabado no es
el mismo que el producto original de la marca. Si lo sujetamos fuertemente con
ambas manos y hacemos la prueba de intentar retorcerlo ligeramente oiremos los
chasquidos típicos asociados a una construcción realizada con materiales de
bajo coste. Pero volveré a este punto más adelante. Otra cosa obvia es la
impresión de los rótulos de los distintos botones y LED indicadores. En algunos
casos pueden llegar a desaparecer simplemente pasando la uña por encima con
cierta insistencia. Por supuesto que nadie va a dedicarse a hacer esto, pero el
tiempo y las rozaduras del uso habitual se encargarán de que estos rótulos vayan desapareciendo. Al empezar a
utilizarlo notaremos también diferencias importantes, por lo general asociadas
al uso de las pilas. Tiempos de recarga más largos, consumo mayor de la carga de
las pilas debido a la utilización de componentes electrónicos de baja calidad
que no optimizan el uso de la carga. Pero, lamentablemente lo peor está por
llegar, y es aquí donde vuelvo al punto de la construcción antes comentado:
algún mal día cuando estemos haciendo una sesión de fotografías en exterior,
caminando con el flash colocado en la zapata de la cámara, éste se desprenderá
del cuerpo y caerá al suelo. Es en este momento cuando entenderemos el
significado de la frase “lo barato sale caro”, y lo digo por propia experiencia
y por comentarios de otros fotógrafos que han sufrido desastres similares.
Mientras que nuestro caro Speedlite de Canon sufre pequeños daños en la caída,
pero sigue funcionando, su copia china queda parcial o completamente destrozada
en la caída, convirtiéndose en un conjunto de piezas rotas de plástico,
circuitos electrónicos y botones que recogeremos desperdigados por el suelo
mientras recordamos ese dinero que nos ahorramos al comprarlo y que ahora se ha
desvanecido.
La clave de la diferencia de precios está en la construcción
de la unidad de flash, o si se quiere en la relación calidad/precio. Pero esto
no lo descubrimos hasta no llevar la unidad a situaciones extremas. He
comentado una de estas situaciones, una mala caída. Pero hay otras: llevarnos
el equipo a una zona con temperaturas excesivamente bajas o altas. Más pronto
que tarde la unidad “económica” dejará de funcionar o lo hará de forma
incorrecta, mientras que el producto de la marca cumplirá las especificaciones
indicadas. No olvidemos que si pagamos por una marca seria es porque confiamos
en que las especificaciones indicadas se van a cumplir, y si no fuese así
estamos en nuestro derecho de reclamar. Pero, ¿reclamaríamos a un fabricante de
productos baratos el incumplimiento de las especificaciones indicadas? Muy
probablemente no. Primero porque
asumimos que estamos comprando un producto de calidad dudosa y segundo porque
lo más probable es que no nos hagan caso.
En fin, con esta pequeña reflexión solo quiero aconsejar a
quienes estén a punto de adquirir un producto fotográfico de muy bajo precio
que se lo piensen dos y tres veces antes de hacerlo. A veces es mejor esperar
un poco más tiempo, ahorrar algo más de dinero y comprar algo que realmente nos
evite frustraciones e insatisfacciones en el futuro. Lamentablemente hoy en día
recibimos una cantidad excesiva de ofertas de este tipo de productos y vivimos
en una cultura que nos conduce a comprar muchas cosas innecesarias y
rápidamente. Otras veces se trata de productos o soluciones que sí necesitamos
pero la costumbre de dejarnos llevar por el factor precio nos hace olvidar
otras cosas. Lo inteligente es pensar en todas las posibles situaciones en que
utilizaremos el producto adquirido, siempre y cuando nos convenga que dicho
producto sea fiable y duradero.
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