Otros aspectos de la fotografía
A menudo analizo el trabajo que implica llegar a realizar
una buena fotografía e intento separar el esfuerzo realizado en campo, durante
la captura de la imagen y lo que hay que hacer después en la producción de
dicha fotografía, delante del ordenador y con las distintas herramientas
software. Cada vez más llego a la conclusión de que, con el paso de los años,
dedico mucho más tiempo al trabajo de retoque y mejora en el ordenador que al
trabajo de campo. Por supuesto que ciertas sesiones, especialmente con modelos,
requieren de una gran preparación, tanto de la modelo (maquillaje, peluquería,
estilismo…) como del entorno (iluminación, fondos, atrezzo…) Pero es verdad que
al final trabajamos con dos ordenadores: uno que lleva unas ópticas
intercambiables y una correa para colgárnoslo del cuello y captar imágenes, y
otro que suele tener un monitor de grandes dimensiones y un teclado sobre la
mesa. Y nosotros ‘pilotando’ ambos equipos, configurando parámetros, ajustando
valores para que nuestras fotografías queden como queremos que queden. Pero
todas estas maravillas de la tecnología deben ir acompañadas de la creatividad
y el arte del fotógrafo.
¿Cuáles son los aspectos más importantes a tener en cuenta
en una buena fotografía?
Bueno, hay muchos y cada fotógrafo dará más o menos
importancia a uno u otro. Pero bajo mi punto de vista:
- - El encuadre del sujeto o paisaje a captar
- - El enfoque correcto (selectivo o general de la
escena)
- - La correcta reproducción de los colores en la
imagen o gama de grises
- - La correcta exposición de la luz reflejada por
los objetos o paisaje retratado
- - La composición agradable a la vista de los
objetos que se incluyen
- - El mensaje que transmite dicha fotografía
Por supuesto que podemos incluir otros aspectos más, pero
bajo mi punto de vista, estos son los principales. Salvo el último, todos los
anteriores son aspectos con una gran carga técnica. Algunos de estos aspectos
pueden obtenerse directamente con la cámara y otros pueden mejorarse con el
software de tratamiento fotográfico.
Esta última afirmación nos lleva a pensar que no siempre es necesario
disponer de una gran cámara para captar las imágenes, ya que podemos mejorarlas
mucho en el ordenador. Por ejemplo, si disponemos de una cámara compacta que
sea capaz de generar archivos RAW y que tenga un sensor de, digamos, 14
Megapixels, podremos mejorar el aspecto del encuadre haciendo los recortes más
estéticos en el ordenador con lo cual de paso, mejoramos la composición de la
fotografía. Al crear ficheros RAW, podremos también mejorar la exposición (si
originalmente nos quedó algo subexpuesta o sobreexpuesta). Más complicado será
mejorar el enfoque… si la fotografía está muy desenfocada –y no es éste un
efecto premeditado- poco podremos hacer con el software del ordenador, a menos
que trabajemos para la NASA y tengamos acceso a sus superordenadores con
software de muchos miles de Dólares que gracias a algoritmos avanzados pueden re-enfocar
una foto. Desde luego con la máscara de enfoque de Photoshop no podremos
enfocar una foto desenfocada, como mucho conseguir algo más de nitidez. También
es complicado mejorar el aspecto del mensaje de la fotografía con el ordenador,
aunque hasta cierto punto sí que podemos ayudar, gracias a la aplicación de un
filtro adecuado al tono de la imagen (hojas que caen en el otoño cambiando el
colorido y temperatura del color, etc.) o simulación de una fotografía vieja
con el papel desgastado y amarilleado por el tiempo, etc.
Por lo explicado anteriormente, es importante capturar las
imágenes mejores posibles y no dejar para el procesamiento en el ordenador
demasiadas cosas que “arreglar”. Por ello siempre es recomendable utilizar un
buen exposímetro o flashímetro de mano cuando hagamos retratos de estudio, de
modo que nuestras fotos queden lo mejor expuestas posible desde que salen de la
cámara y no adquirir el mal hábito de corregir la exposición con Photoshop u
otro programa de procesamiento de imágenes “porqué los ficheros RAW permiten
subexponer o sobrexponer durante el revelado”.
No pasa nada por hacer unos pequeños retoques, usar los controles de luz
de relleno, etc. pero cuando hacemos grandes cambios en la exposición mediante
el software de procesamiento, sin darnos cuenta estamos modificando otros
valores como la temperatura de color, el nivel de ruido, etc. Llega un momento
en el que las cosas se complican y tocamos aquí y allí para mejorar algo que
hemos estropeado y lo único que conseguimos es seguir estropeando otras cosas.
Tampoco estoy de acuerdo con los puristas que recomiendan no
utilizar ninguna herramienta de procesamiento de imágenes. Nos guste más o
menos, hemos pasado la época primera de la fotografía argéntica, es decir la de
los haluros de plata de los carretes de película, y estamos ya inmersos en el
mundo digital con todas sus consecuencias. ¿Por qué no aprovecharnos de las
herramientas que la tecnología nos ofrece? Pero como todas las cosas, hay que
hacerlo con sentido común y prudencia.
La tecnología se ha desarrollado de forma tan vertiginosa en
los últimos 20 años que hoy en día prácticamente cualquier persona puede
adquirir un muy buen equipo fotográfico con unos pocos cientos de Euros. Esto
ha hecho que la profesión de fotógrafo se convierta en una de las más competitivas
del mundo, por el simple hecho de que “todos somos fotógrafos”, basta con tener
un teléfono móvil o una pequeña cámara compacta y la creatividad suficiente
para conseguir estupendas imágenes de todo tipo. Hay cadenas de televisión que
presentan fotografías de personas que envían por Internet imágenes de la zona
donde viven durante la programación del tiempo meteorológico, por ejemplo. Más
de un fotógrafo profesional ha dejado de vender sus fotografías debido a la
abundancia de fotógrafos aficionados que a cambio de algo de publicidad o
simplemente de forma gratuita y desinteresada comparten sus imágenes. Los
concursos fotográficos han proliferado por todo el mundo. Y las fotografías que
se publican son, en muchos casos, verdaderas obras de arte. Todo esto ha hecho
que los fotógrafos profesionales, es decir, quienes viven de la fotografía,
hayan tenido que esforzarse mucho más no solamente con la calidad de sus
trabajos sino con el tipo de trabajos que hacen, para así “desmarcarse” del
resto de personas que con una cámara de fotos en la mano amenazan con dejarlos
en el paro. Esta es la parte menos
amable de este boom de la fotografía, pero es un hecho que nadie puede negar.